jueves, 4 de octubre de 2012

Love Thy Neighbor

"Piensas demasiado, tío", dijo el tipo mientras liaba un cigarrillo.
Yo me encogí de hombros por toda respùesta.
"Quizá deberías de sentir más", añadió aprovechando mi indiferencia para sembrar el silencio de dudas.
Yo me sumí de nuevo en mis pensamientos y dejé que Coltrane me llevara lejos.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Inspiration

"Necesito una frase para comenzar", dijo el hombre bajo la bombilla. "Una frase que sirva de espoleta, de trampolín... si quieres de arco tensado... pero necesito una frase para comenzar".
Me encongí de hombros antes de responder. "No sé nada de todo eso. Yo solo sé vivir y a veces ni eso"
"¡Oh, vamos! No has podido olvidarlo. No es posible. Tú y yo, ¿recuerdas? sentados bajo esta misma luz. Mirando la luna y cosiendo palabras. Restañando las heridas a golpe de letras y subterfugios para no mirar atrás. ¡No has podido olvidarlo!"
"Lo siento he olvidado como se hacía. Solo me queda aire..."

domingo, 15 de julio de 2012

Oscar Said (Till Brönner's song)

De nuevo, instalado en la dulce tersura de perdonarme cuanto callo y otorgo.
Redimido de pasados amores a medias y sin cura para los que se quedaron como almas en pena.
De nuevo, adormecido por la mansedad de la desgana y  rechazando ofertas a camas ajenas las mañanas de domingo en que te cuelas sin avisar y me perforas esta clase de alma a golpe de palabra usada.
Muy poco consecuente con mis palabras y menos con mis actos tendré que dejarlo estar de nuevo.
Y mientras el mundo se quema y tú no das señales de vida el tiempo se revuelve nervioso como un animal enjaulado.

miércoles, 4 de julio de 2012

Improvisación N. 2. Opus 45

Sabes que sigo creyendo en ti, aunque tú ya no creas en nada. Aunque aun me brotes de las
ganas.
Porque obviarte, olvidarte, prohibirte en aras de la salud mental, sería negar un mundo sin
infinitas posibilidades.
Y juro que no es por mi amor a la impredecible mecánica cuántica. ¡Oh, no! Bien sabe el dios
de las minúsculas que siempre fui un fan del viejo modelo Newtoniano.
No.
Es solo que negarte cada mañana. Apartarte de mi cabeza cada vez que la luna sopla en el
levante o simplemente jugar a ser práctico sería como morir en vida.
Porque, ¿sabes? Como una vez dijiste necesito saber que existes. Saber que eres…
…aunque casi nunca estés.
¿Y qué si nunca habrá más noches ni más cielos estrellados para nosotros? ¿Qué si no habrá
más hechizos que ignorar cuando nos invadan las ganas?
Qué se joda el pragmatismo de los amores nacidos muertos y las huidas hacia adelante.
Al infierno con la utilidad y el realismo. Cuando se trata de ti y de sentir siempre elegí los
aullidos de Benedetti aunque me latan en el pecho y no estás a mi lado.
Siempre me decanté por el amor suicida antes que el amor a medias.
Al fin y al cabo.
Yo nunca te amé por lo que eras… si no por como me haces ser a mí.

miércoles, 20 de junio de 2012

20/06/05

Era 20 de junio. Hacía exactamente un año que nos habíamos conocido. Claro que para entonces tú ya te habías largado y una pequeña grieta que acabó siendo un abismo se había instalado silenciosamente entre los dos. Pero todavía respondías a mis mensajes.

«Hoy hace un año que nos conocimos. Feliz aniversario», te escribí medio en broma, medio en serio desde un atasco pequeño de esta pequeña ciudad.

No había avanzado ni un metro cuando respondiste: «Nunca dejas de sorprenderme. Es increíble que lo recuerdes. Conéctate esta noche».

Como dije, por aquellos días ya habías comenzado a alejarte y habíamos cambiado la llamada diaria por la semanal y el SMS de recién levantado por el de después del café. Pero allí estábamos a las 10 de la noche. Frente al monitor. Como habíamos estado tantas veces antes.

No recuerdo nada de lo que hablamos la primera hora pero hacia el final, las compuertas no resistieron más y acabamos confesando lo que durante 12 meses había estado atrapado en nuestras gargantas. Renunciamos por una vez a aquel lenguaje secreto y lleno de palabras prohibidas que nos habíamos impuesto, para decirnos que había algo entre nosotros y que aquello era real. Que ya estaba bien de refugiarnos en excusas y subterfugios y que de una vez debíamos hacer algo al respecto antes de que nos arrepintiéramos de quedarnos solo mirando el resto de nuestras vidas. Sí. Aquella noche nos dijimos lo que siempre nos habíamos negado e incluso, en un alarde sin antecedentes de honestidad emocional, yo te pedí que me buscarás trabajo en tu nueva ciudad y tú dijiste que no se te ocurría un sitio mejor donde pasar el resto de tus noches que entre mis brazos. Ahora quedaba pendiente una conversación mirándonos a los ojos el primer fin de semana para hacer las cosas bien, evitando el mayor número de bajas posibles.

Al cerrar aquella ventana, lo juro, había una sonrisa estúpida en mi rostro que hacía años no veía. Mientras me lavaba los dientes, no dejaba de pensar como sería vivir contigo. Estar contigo. Compartir mar y horizonte. Nos imaginaba al caer la tarde, en un porche con vistas al Mediterráneo mientras leíamos en un sofá de mimbre. Me dibujaba despertándote con el desayuno las mañanas de domingo. Porque, te lo aseguro, estaba convencido que aquella vez era la buena. Aquella vez habíamos cogido el toro por los cuernos y se había acabado jugar a las palabras prohibidas.  Te amo o quiero pasar contigo el resto de mi vida eran ya parte de la ecuación y se podían decir abiertamente.

Pero, al regresar del cuarto de baño, había un mensaje titilando en mi bandeja de entrada y  supe que leerlo iba a dolerme.

En 8 líneas escritas en letra tipo arial y a tamaño 12 puntos, te desdecías de todo lo sostenido minutos antes. Me decías que aquello había sido un momento de fragilidad. Un cambio de tornas achacable a ciertos momentos en que incluso las brujas se convierten en arena y el agua puede hacer que se desmoronen. Que estabas cansada de irte a la cama llorando, mientras que en la mía al menos me esperaba alguien. Me decías, en resumen, que olvidara lo que habíamos dicho, lo que había sucedido. 

Supe entonces y lo sé ahora, que lo que debí haber hecho es coger el teléfono y llamarte para decirte que no quería olvidarlo. Que no me daba la gana olvidar algo que desde hacia un año deseaba y necesitaba. Y si era necesario para probarlo, coger el coche, plantarme en esa ciudad que te había robado de mi lado y velar armas hasta la salida del sol, solo para decirte que seguía manteniendo lo dicho y que lo poco que soy era tuyo si lo querías.

Pero no lo hice.

Me quedé con el teléfono en la mano, con tu número danzando burlón en la pantalla.

No lo hice porque caí en la cuenta de que, a pesar de estar aterrorizado por la que se me venía encima y por la perspectiva de empaquetar mi vida y lanzarme tras de ti sin garantías. Aunque la idea de dejar atrás mi trabajo, mi ciudad, mi gente me paralizaba y la certeza de tener que dar el tiro de gracia a un matrimonio que ya agonizaba me asustaba, me movía el deseo de querer hacerlo y la posibilidad de un nosotros mataba todas las dudas.

No. No lo hice porque, a pesar del vértigo y el miedo que me daba asomarme a aquel abismo estaba dispuesto a jugármela por una vez por ti y tú, habías tardado menos tiempo del que necesita un cigarrillo para consumirse en cambiar de idea.

A ti te duró 5 minutos. A mí casi 6 años.


jueves, 31 de mayo de 2012

Indolence

Resoplé como una vieja máquina espress nada más aposentar mi trasero en el sofá de 3 plazas.Un sonoro y rotundo HMMMMRRRLLL que se mezcló con el quejumbroso sonido del cuero que el asiento emitió al recibirme y que recordaba peligrosamente a un pedo. La habitación estaba fresca y olía a algún ambientador floral. Me removí nervioso en el asiento y el sofá volvió a soltar un ruidito de lo más sospechoso.
Desde allí, si uno se asomaba podía ver al otro lado de la cristalera la calle principal, tan desierta como de costumbre a excepción de un par de furgonetas que desafiaban el sopor estival. Sus carrocerías brillaban como cagarrutas ambarinas hasta perderse en el desierto. Nubes de polvo se alzaban débiles bajo el sol del atardecer junto a la señal de entrada al pueblo. "BIENBENIDOS A APATÍA", rezaba errático. Algún hippie puesto de ácido hasta arriba lo había rotulado a mano en los setenta y tras cometer la, posiblemente, falta de ortografía más vehemente y pública del mundo, a Tell' Alie, alcalde por entonces del pueblo, no se le ocurrió nada mejor que comprar un bote de pintura negra en la ferretería local y simplemente tachar la palabra BIENBENIDOS con pulso tembloroso.
Me incorporé y rebusqué en la mesita de centro a la caza y captura de una revista que no hablase de antiguas estrellas de cine o por lo menos donde no apareciesen viejas glorias de deporte anunciando laxantes. Tras desistir en mi búsqueda me limité a observar a  mis acompañantes de modo distraido.
No se podía decir que la consulta estuviera precisamente a rebosar, pero,  encontrar a alguien más que a la señorita Pas DeBurree, enfermera y recepcionista y un par de viejos asmáticos esparando para recoger recetas de antitusivos y tal vez Diazepan, me sorprendió. En realidad eran seis personas las que me acompañaban. Además de la señorita Pas DeBurree que ojeaba un catalogo de ropa del tipo: "¡Dulce Madre de la Pedofilia Anorexica!"  había una mujer gruesa entrada en la cuarentena con el pelo recogido en una coleta, una pareja de ancianos plomizos que se miraban con gesto grave, un muchacho de unos dieciseis con un serio problema de acne y un tipo entrado en la cincuentena con las manos apoyadas mansamente sobre los muslos a las que miraba totalmente concentrado; como si temiese que fuesen a convertirse en algun tipo de garra por ensalmo o simplemente se fueran a evaporar ante sus ojos. 
Tras cinco minutos observando al Señor Manos, como le bauticé, mi interés se difuminó. Me entretuve entonces contando las baldosas del suelo y calculando mentalmente el tamaño de la sala a ojo. Cuando llevaba un total de 16 baldosas en el extremo sur y 13 en el oeste (lo que daba la cifra de 33 metros cuadrados) la voz melosa de Pas DeBurree me invitó a entrar.
Al levantarme, el sofá hizo de nuevo un revelador ruido y habría jurado que la pareja de ancianos esbozaba una sonrisa a medio gas en su rostro cetrino.
-¿En qué le puedo ayudar? - preguntó el doctor incluso antes de señalarme una silla donde sentarme.
-Me aburro... ¿Tiene algo contra la apatía? -respondí encogiéndose de hombros.

jueves, 24 de mayo de 2012

I'm The Hell Outta Of Here

Riding the bullet over the Land of The Thousand Dreams. Empty space under my feet.
Billions of non-recycable  bad decitions or even some certains mistakes (that includes you).

Get back to the softness of the apocriphal womb.Or make some real evaluations of time and space.
Does it feel better when you got a gun to apologize? Does it taste good don't look back?

"Fair enough", the witchfinder says."Not even close", the lions keeper jellin' out.
But that's not the question, I'm afraid so. Neverendum explain it self... Not the same shit again.

Real Time Web Analytics